lunes, 6 de julio de 2009

Inmigrantes golondrinas

Me resultan simpáticas las rubias de New York y las morenas de Harlem, y también sus partenaires, que pasan una temporada en Buenos Aires asimilando una cultura ajena y haciendo algún curso universitario extracurricular que suma créditos para su college.
En uno de mis comederos del mediodía cerca de Tribunales veo algunos que asisten a la Universidad de San Martín (creo), mientras desde el otro lado del charco la hija europea de algún primo llegada hace un año de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Palermo, en la tierra y el barrio de su bisabuela, hablando su madrileño con tonada británica.
Ya no se ven personas que ostentan cargo de gerente de exportaciones para América Latina que no hablan castelllano, y ni siquiera portugués, como alguno con el cual me ha tratado negociar. Pero como desciendiente de los barcos, sé también que el idioma sólo no garantiza la comprensión de una cultura.
Pero para éstos pájaros carroñeros, subproducto tóxico del peso competitivo, sólo cabe la vieja consigna: Yankee, go home!

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